Adios Bergen


Dejando atrás un mundo de vicio, alcohol y placeres terrenales negados en pleno apogeo (que tristeza...) retornamos somnolientos a nuestro mar de calma, estudio y desintoxicación.
El viaje transcurrió entre sueños, tés, ensaladas de patatas y la última madalena de chocolate de Laura (o eso dice).
Los paisajes eran preciosos. Se combinaban los colores. Los ocres, amarillos, verdes y grises se refejaban en las aguas de los fiordos que evocaban en nuestras mentes antiguas leyendas vikingas de gigantes dormidos. PERO DESPUÉS DE 7 PUTAS HORAS DE REFLEJOS Y MARICONADAS, acabas de ellos hasta la polla.
Pero, oye... ¡muy bonito!
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